Muchas veces al hablar de crÃtica de arte, encerrados en este mundo un tanto ensimismado del arte, perdemos de vista aquello que justamente califica esta práctica ligada a la escritura: la crÃtica. Y ahÃ, en el pensamiento crÃtico, Baudrillard con otros es un auténtico referente. De pensamiento crÃtico ejercido con intensidad, en la voluntad de pensar a contrapelo. No es poca reivindicación en estos tiempos que corren tan dados a una práctica, vÃa el comisariado, la gestión y el contuvernio polÃtico-institucional del arte, tan acomodaticia en la que se está convirtiendo la profesión crÃtica… demasiado poco crÃtica. Y de paso, ahora que Baudrillard ya no está, podrÃamos volver a leer aquellas lÃneas furibundas contra el arte contemporáneo que lanzó hace unos años. No para volver a atrincherarse, sino para revisarnos, repensarnos y ejercer un poco de, en este caso, autocrÃtica. No podÃa ser tan agudo para unas cosas y tan poco para otras. Y si todavÃa pensamos que andaba muy errado, será que ya nos tienen medio convencidos las delÃcias de Ferran AdrÃa o cualquier vÃdeo insulso de los que circulan por ahÃ. O en plan positivo: la defensa del arte contemporáneo debe de estar asentada en la defensa de sus dispositivos crÃticos, de la capacidad para ejercer una crÃtica furibunda, generar discusión…