DAVID G. TORRES

La ciudad y lo joven. Sobre On Youthculture y City Scapes (ARCO 06)

en ABC de ARCO, Madrid, febrero 2006

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La antigua sección Nuevos Territorios (y la aún más antigua Cutting Edge), dedicada a destacar nuevas galerías seleccionadas por un grupo de comisarios internacionales, se llama ahora City Scapes. Así se enfatiza la importancia de la ciudad como contexto de trabajo en arte. Próximo a City Scapes, tanto en espacio en la feria como en concepto, la nueva sección On Youthculture también enfatiza la idea de ciudad, pero en este caso como objeto de trabajo de los artistas.

Nueva sección en ARCO: On Youthculture. Al margen de lo que el título pueda anunciar o parezca anunciar, la intención de On Youthculture tiene más que ver con la incorporación de la “cultura urbana” que con lo “joven” -será que a pesar de que nuestras ciudades cada vez son más viejas lo urbano y lo joven se sigue asimilando. En cualquier caso, la sección viene anunciada con la intención de sacar de la marginalidad al arte urbano, entendiendo este básicamente como graffiti. Efectivamente todos esos términos, desde urbano a graffiti, pasando por etiquetas como “street art”, de entrada tiran para atrás porque aparecen teñidos del sambenito de la alternativo. Etiquetas que hacen un flaco favor a la selección de galerías realizada por Peter Doroschenko y Pedro Alonzo que, en general, mantienen el tipo mucho más allá de cualquier necesidad de legitimación. Entre ellas destacan los trabajos presentes en las galerías Modern Art de Londres y Robert&Tilton Gallery de Los Ángeles. Esta última presenta el trabajo de Ed Templeton que, por cierto poco o nada tiene que ver el graffiti o la pintura callejera y sí mucho con lo urbano. Básicamente muestra un enorme mural de fotografías con carácter autobiográfico y que beben de la cultura “underground” americana, con una imaginería que fácilmente reconocemos porque culturalmente también hemos bebido de ella, a través de Nan Goldin o de los fotógrafos clásicos estadounidenses y, como no, del cine. El de Ed Templeton pertenece a una genealogía de trabajos de los que siempre hay que apreciar la valentía y cómo ese ejercicio de introspección personal acaba configurando un mapa social.

Por su parte, Modern Art de Londres presenta el trabajo de Barry McGee, del cual decir que proviene del graffiti es tan anecdótico como hoy en día insistir en el graffiti para hablar de Basquiat o Keith Haring. Barry McGee recoge elementos tanto, ahora sí, de lo urbano, como de referentes pictóricos y de imágenes más complejos como Dada o el mejor Basquiat y viene a destacar el interés creciente por una pintura comprometida, que busca establecer un diálogo crítico con la realidad.

Pero esa presencia de la pintura no es anecdótica, ni viene determinada por un engarce con el graffiti como gran escusa, sino que la pintura y el dibujo salpican toda la selección de galerías de City Scapes: Beijing Tokyo art Proyect y L.A. Gallery de Beijing con trabajos herederos de arquetipos pop; las galerías Susane Vielmetter, Jack Shainmann Gallery, Soobin Art International o las galerías de Moscú; en Caren Golden Fine Art, Andrew Sendor y Nicola López, esta última con unos dibujos sobre papel más interesantes que su versión tridimensional; Mark O’Kelly con una serie de cuadros de modelos en la pasarela, como los que inundan las revistas de moda, aquí ligeramente desenfocados, en Kevin Kavanagh Gallery; o los dibujos de imaginería sexual y surrealista de Ji Da Chun en Aura Gallery. Y sin embargo siempre da cierto miedo insistir en destacar la presencia de un lenguaje artístico determinado. Quizá porque esperamos que esta presencia de la pintura y el dibujo responda a cuestiones más de fondo, a una dimensión crítica e intelectual que siempre la ha acompañado, y que no sea un asunto banal y se lleve buenos trabajos con el tedio que acompaña a las modas, tal y como ha pasado con el vídeo -que en su condición más tediosa, afortunadamente, casi ha desaparecido de City Scapes.

Pero no es esa la función de City Scapes, sino que la sección es una evolución de la antigua NuevosTerritorios. A la acostumbrada llamada a comisarios de diferentes lugares para seleccionar nuevas galerías (en este caso a Kenichi Kondo sobre Beijing, Carol Lu sobre Beijing y Shanghai, Victor Zamudio-Taylor sobre Bogotá, Guadalajara y México D.F., David Liss sobre Calgary, Montreal y Toronto, Julieta González sobre Caracas, Jacob Fabricius sobre Copenhague, Simon Njami sobre Douala, El Cairo y Johannesburgo, Rachael Thomas sobre Dublín, Marilu Knode sobre Estambul, Antonio Zaya sobre La Habana, Zdenka Badovinac sobre Ljubjana, Christopher Miles sobre Los Angeles, Viktor Misiano sobre Moscú y Talinn, Isolde Brieimaier sobre Nueva York, Miguel von Hafe Pérez sobre Oporto, Gisela Domschke sobre Río de Janeiro y Sao Paulo, Camilo Yáñez y Jorge Rojas sobre Santiago de Chile y Eugene Tan sobre Singapur) se le ha añadido un matiz. Este matiz tiene que ver con la voluntad de subrayar la influencia que el espacio urbano ejerce sobre las producciones de numerosos artistas -con lo que la demarcación con On Youthculture, su sección compañera, se diluye- y, más allá, de la ciudad como contexto. Y este sí que es un valor añadido: implica asumir la conciencia de que el trabajo en arte se da en un flujo de relaciones, en contextos determinados en los que artistas, comisarios, galeristas, etc. confluyen y que ese contexto básicamente, e incluso históricamente, es el de las ciudades. Con ello se rompe una trampa lingüística en la que llevábamos unos años anclados -y aún-, la del internacionalismo, y se cambia por una real, la de los contextos de trabajo. Un concepto que no está exento de esquinas y ciertas complejidades. Por ejemplo, si bien en muchas ocasiones el comisario es un interlocutor privilegiado de un determinado contexto, también ésta puede ser una estrategia para eternizar el absurdo estrellato que venimos padeciendo del comisariado y que casi viene a eclipsar, no ya el trabajo de las galería, sino el de los artistas, apareciendo como un agente extraño, un mediador, juez y parte, bajo el que se intuye una pérdida del horizonte crítico.

Para no insistir en ello -y rotular aún más los nombres- casi que vale la pena destacar el trabajo de los artistas y justo aquellos que han buscado ser más problemáticos. Ahí destaca el carrito de neones que recorrió las calles de Santiago de Chile y que ahora Ivan Navarro y Mario Navarro muestran dentro de una especie de container de plástico; los ligeros experimentos científicos de Tomas Sarraceno en la galería Andersen Contemporary de Dinamarca; las películas de Joao Maria Gusmao y Pedro Pavia; y el video de Aida Makoto en el que un oriental disfrazado de Bin Laden completamente borracho asegura que abandona el terrorismo y pide que le dejen en paz, también Aida Makoto presenta un enorme cuadro con un escueto anuncio, ETAvsGAL. Y, como siempre, el necesario espacio con la intención de epater le bourgois y llamar la atención entre tanto arte: las mortíferas esculturas de Richard Stipl-Salustiano y la invitación a experimentar la guayaba de Ana Prvacki.
Por último hay que destacar la presencia de Alcuadrado Arte Actual de Bogotá, una galería sin espacio fijo, que gestiona, organiza los proyectos de los artistas y les busca un espacio para presentarlos. Y la discreta, pero efectiva, selección de la galería Léo Bahia (Belo Horizonte) en la que las fotografías de recintos zoológicos sin animales de Federico Cámara son el contrapunto a las, también fotografías, de Cinthia y Maria con parques vacíos.


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