Hace ya unos años que la idea del relato ronda muchos discursos en arte contemporáneo: el ciclo de exposiciones comisariado por David Armengol y Martà Manen en Fabra i Coats toma como eje el relato; y en artistas que van desde Dora GarcÃa (y sus referencias explÃcitas a la literatura) hasta Enric Farrés (y sus insólitas guÃas a través de El Prat o Josep Pla) el relato parece ser el elemento consustancial de sus trabajos. Como en su momento lo fue el hecho de subrayar la condición polÃtica del arte (Poetics/Politics se tituló la célebre Documenta X en 1997 comisariada por Catherine David), la reivindicación del relato como una estrategia fundamental en arte contemporáneo tiene un carácter discursivo e inclusivo. Es decir, como suele suceder, no es que ahora las producciones artÃsticas contemporáneas se hayan centrado en el relato, sino que algunos nos hemos propuesto verlas ahora como relatos. Esa es la caracterÃstica inclusiva.
En efecto, la cuestión de la producción artÃstica contemporánea entendida como relato no es nueva. Recuerdo hace más de quince años al entonces director del FRAC de Montpellier, Ami Barak, explicar no importase qué exposición ni qué artista como un cuento, como un relato. Más allá de obras con alta carga conceptual (desde Pierre Huyghe hasta Douglas Gordon), ya podÃa tratarse de la pintura más realista o la escultura más gestual, siempre encontraba una historia que explicar sobre la obra que la calificaba intensamente y que le daba el sentido. Tanta obsesión por la historia a explicar parecerÃa responder a una tradición hebráica. Pero como bien sabemos nuestra cultura occidental está configurada por esa tradición que nos lleva a poner en primer plano a la palabra, el relato, lo que se explica.
Más allá de tradiciones hebráicas, aquella capacidad de Ami Barak para explicar las producciones artÃsticas en base a las historias que contenÃan, nos ponen sobre la pista del carácter inclusivo que tiene la vigencia del relato en los discursos sobre arte. Efectivamente, son los discursos sobre el arte, es decir aquellos que desarrollamos comisarios o crÃticos, los que desvelan una cualidad narrativa en la producción artÃstica. O al menos es lo que me he empeñado en señalar últimamente: la crÃtica y el comisariado como productores de relato. Un relato o unos relatos que por otra parte son contemporáneos en la medida en la que relatan experiencias vicarias, de otros, hablan por boca de otros, como ventrÃlocuos… Recortando y pegando, de aquà y de allá, y asà poniendo en marcha un pensamiento plenamente contemporáneo, incapaz o imperfecto. Y asà aparece una genealogÃa con otros creadores afines a la crÃtica y el comisariado. Recientemente, el escritor francés Michel Huelebeck decÃa que el escritor al hablar por otros es un ser imperfecto. La crÃtica, entonces, también es una escritura imperfecta. Y, justamente, toda esa imperfección tiene que ver con la imposibilidad de la ficción… pero eso será en el próximo capÃtulo.