DAVID G. TORRES

Danica Phelps. Time is money

en Danica Phelps "Saving Time", Galería Nieves Fernández, Madrid, marzo 2008

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En 1998 Danica Phelps estaba casada y vivía con su marido y un pequeño perro en un apartamento, una planta baja con salida a un patio trasero, de un edificio de Brooklyn en Nueva York. Hacía poco que habían comprado el edificio entero. Pagaban parte de una enorme hipoteca alquilando los otros cuatro o cinco apartamentos del inmueble. Y esa enorme hipoteca salía reflejada en una serie entera de dibujos en los que, desde el principio de su carrera artística, Danica Phelps ha ido representando meticulosamente los gastos e ingresos de su vida.

Pequeños trazos verdes o rojos representan sus ingresos y gastos. En una especie de gráfico, en franjas continuas, diferentes “pianos”, cada trazo es un dólar de más o de menos. Dinero que no es aséptico sino que marca, define y explica la vida: un viaje en metro o una hipoteca; la compra semanal y gasto en material para los dibujos; la venta de una obra, cobrar por hacer de guía por las galerías de Nueva York o recibir un premio. Es decir, cada dólar de ingreso o de gasto se corresponde con situaciones vitales, y dada la meticulosidad de Danica Phelps, con todas las situaciones vitales. El dinero que pasa por sus manos configura un diario personal: la propia vida retratada. Por eso los “pianos” de gastos e ingresos, verdes y rojos, siempre han ido acompañados de dibujos en los que explicita en que consiste el gasto o el ingreso: la reparación del coche, una comida o la venta de alguna obra. Y ese retrato de la vida de Danica Phelps era entonces más o menos convencional: apartamento en Brooklyn, hipoteca, marido y perrito. Estaba alejado de los supuestos excesos de la vida bohemia de un artista: no drugs, no tobaco, no alcohol, no sex.

Sin embargo, esa convencionalidad definía la labor del artista como trabajador, su estaus laboral y personal, venía a reclamar la importancia del individuo, ya no como ejemplo de una supuesta bohemia, sino ejemplarmente. Ahí aparecía una función que entonces califiqué de política, de bio-política, en tanto en cuanto por encima de la ideologías y de encuestas macro-económicas reclamaba un espacio de definición individual, de supervivencia diaria. Además marcaba una cuestión que por razones generacionales nos afectaba profundamente: la precariedad del trabajo en arte. La supervivencia económica era, y es, sin duda, el tema que nos ocupaba y que nos afectaba vitalmente de manera profunda.

Pegada a esa convencionalidad vital que mostraban los dibujos de Danica Phelps, la representación meticulosa de gastos y beneficios denotaba una visión pragmática profundamente incrustada en la vida americana. Ese pragmatismo situaba en primer plano la economía como objeto de reflexión o análisis en arte. Así entroncaba con prácticas conceptuales como las de Hans Hacke, mostrando los flujos económicos subyacentes al negocio del arte vía especulación inmobiliaria en Nueva York o vía el dinero nazi utilizado para comprar obras de arte. O, de manera más próxima, con el trabajo de Francesc Abad cuando retrataba pormenorizadamente un día laboral a partir de sus trayectos en metro y autobús desde que salía de casa hasta que llegaba al trabajo y viceversa.

La obra de Danica Phelps recogía los precedentes conceptuales no sólo al tomarla economía como objeto de trabajo, sino también en la propia práctica de recogida de datos, de exhaustividad, de ese levantar acta de los hechos que ha calificado buena parte de las prácticas conceptuales. Incluso en la recuperación de uno de los elementos que usaron desde Denis Oppenheim a Robert Smithson: el paseo y el caminar. Durante su estancia en Barcelona en 2000, Danica Phelps fue caminando desde Barcelona hasta cerca de la frontera francesa. Caminar también era una manera de llenar páginas de ese diario de dibujos y gastos. Y el dibujo implicaba un método, una manera de levantar acta, documento, del mismo modo que la tradición conceptual. También porque el dibujo entronca tradicionalmente con la idea, está ligado a ella, porque es el lugar en el que se plasma, en el que se da cuerpo a las ideas directamente, aún por elaborar.

Al mismo tiempo, solucionaba uno de los anhelos que han perseguido al arte durante todo el siglo XX: la unión arte y vida. Efectivamente, su vida era su arte y viceversa. Porque uno retrataba al otro, y el otro era objeto del primero. Hasta el extremos. No solo se trataba de un diario personal, sino que los flujos económicos que producía la venta de la propia obra se incluía en nuevos dibujos, marcaba el acontecer diario, y de una forma aún más sofisticada el precio de venta se incluía en la obra que a su vez provocaba una nueva versión, con nuevos precios incluidos. Son dibujos, pero no son piezas únicas y su valor está al descubierto, desnudo.

Hacia el año 2002, después de un largo periodo sin noticias de Danica, envió un corto email a amigos y personas con las que se había cruzado en su trayectoria profesional y en el que justificaba este tiempo de silencio. En una sola frase explicaba que se había separado de su marido porque había conocido a una mujer de la que se había enamorado, descubriendo que es lesbiana y disfrutando del sexo. Volvía a desnudarse. Y en plena lógica con ese desnudo, el sexo, que había estado ausente, llenaba sus dibujos. La misma Danica, mirando atrás, reflexionaba sobre el hecho de que nunca antes hubiese aparecido sexo en su obra. Un hecho que parecía obligado por el pragmatismo, pero que justamente por coherencia, por meticulosidad y por la exhaustividad de la propia vida en la que ha convertido su obra como diario personal, en fin, por pragmatismo, aparecía ahora.

Sin duda, porque el dinero sólo era la excusa para poder mantener un compromiso intenso con la propia obra. Un compromiso que como decía más arriba soluciona la cuestión de la unión arte y vida para exponerse, para exponer una condición política del arte, del individuo ejerciendo una resistencia vital a mundo. Incluso al paso del tiempo, como sucede en las últimas obras que ahora ha presentado: una instalación con plantas, dibujadas antes de que se marchiten, cosa que sucederá a lo largo de la exposición. No drugs, no tobaco, no alcohol, but sex, time... life.


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