DAVID G. TORRES

¿En qué estás pensando?

en Lápiz, 141, Madrid, marzo 1998

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Galería Joan Prats (Barcelona)

Esta exposición es una suerte de reflejo o continuación de otra realizada en la misma galería hace un año. Aquella se titulaba escuetamente Pintura ("Lápiz", 130) y en ella participaban una serie de pintores que de alguna forma trabajan en la abstracción. En esta ocasión, se muestra la obra de ocho artistas que trabajan desde la pintura –más o menos– figurativa. Entonces ese "más o menos" era también preciso, probablemente como lo ha sido siempre, para hablar de abstracción. Por estrategias distintas, los cuadros de Juan Uslé o David Reed se situaban en un lugar de discusión o simplemente de interrogación frente a la abstracción. De nuevo está presente esa necesidad de encontrar un espacio existencial, ahora para la figuración en pintura, bajo el manto de la tensión entre la superficie abstracta y figurativa, pero con un elemento añadido que está en el fondo discursivo de la exposición: la competencia de las imágenes mediáticas.

Gary Hume –en Garden painting, obra hecha de esmalte sobre aluminio, compite con la imagen publicitaria llamativa y satinada, desnudándola y mostrándola en una imagen abstracta–, Bruno Yvonnet –en sus besos, representaciones a modo de cartel cinematográfico de los finales felices a los que nos tienen acostumbrados las películas– y Karen Kilimninck –en una pintura naif, sentimentaloide y kitch– buscan una competencia explícita con la imagen mediática, plantean una alternativa irónica desde el arte. En ellos la pintura recurre a una base conceptual, a algo que podríamos decir se sitúa al margen del cuadro. Sin embargo, las propuestas más interesantes de la exposición son aquellas que piensan la obra en su interior, en las que esa condición alternativa es implícita porque responden desde el querer significar, para los que en la pintura suceden cosas, se quiere contar algo o se insinúa. Es el caso de Juliao Sarmento en el que la obra está en un estado de hacerse, a la espera de un momento de imposible resolución; de Fred Tomaselli y sus pastillas, drogas y hojas encerradas en cajas cubiertas de resina que evocan un ambiente psicodélico en el que la obra es literalmente una droga. Pero sobretodo, es el caso de Sue Williams y Luis Macias, las mejores obras de la muestra. Los cuadros de Sue Williams oscilan entre la inmediatez de la vista frente a un entramado de líneas abstractas y la obligada detención de la mirada que busca una figuración dibujística infinita. El discurrir del tiempo queda condensado en un solo plano que la mirada reconstruye en su vagar por la superficie de la tela. Luis Macias ha llegado ha establecer una especie de retórica del dibujo convirtiéndolo en pintura: un trazo limpio, mínimo, casi escaso pero imprescindible tanto para contar como para insinuar. Una oscilación entre el dibujo y la pintura que también está en Xisco Mensua. Todos ellos, solicitan para la pintura un ritmo determinado, lento y que, por condensación o saturación, explota desde la superficie de la tela hacia el exterior.

Una exposición de artistas que todavía trabajan en pintura. Un "todavía" que lamentablemente se nos cuela como un desliz del pensamiento. No en vano la muestra se titula ¿en qué estás pensando?. Pregunta referida a la cualidad significativa de la pintura frente a la imagen mediática, pero que puede volverse impertinente a poco que la modifiquemos: ¿en qué estamos pensando cuando hablamos de arte, cuando vemos arte o cuando hacemos arte?. Tal vez pensamos demasiado en el discurso y en las buenas intenciones del artista y demasiado poco en la obra. Quizá es tiempo de volver al objeto de arte como objeto de pensamiento y de seducción, porque probablemente son más interesantes las propuestas que desde los "lenguajes establecidos" intentan encontrar lugares para su salvación. No porque se trate de desestimar ningún tipo de obra sean cuales sean sus materiales, ni de situarse en un contracorriente o iluso regreso al orden, sino de discutir esa comodidad que para algunos significa apoyarse en la oportunidad de los temas a tratar en obras que no ofrecen recursos por sí mismas para valerse. Cuando acabemos de repasar todos los temas candentes, interesantes y bienintencionados, cuando hayamos acabado de diseccionar todo el cuerpo y cuando ya no queden más cajones en la cocina por abrir, tendremos que volver a mirar a la obra en sí, si es capaz de justificarse por sí misma, qué se deja contar y no qué cuenta y si nos obliga a pensar o si es ella la que piensa por nosotros. Eso es lo que provocan, sean pintura o no, las obras de Sue Williams, Luis Macias o Juliao Sarmento.


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