DAVID G. TORRES

Perejaume

en Art Press, 249, París, septiembre 1999

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Macba;
23 abril - 20 junio 1999

“Conseguir que un elefante pase por el agujero de una aguja” es una frase hecha en español referida a aquellos que emprenden empresas imposibles. Sin embargo, tras el repaso retrospectivo de la obra de Perejaume adquiere un nuevo sentido: ¿cómo resumir el mundo en una frase?, ¿cómo plantear en términos contemporáneos problemas fundamentales en la historia del arte y de la relación entre el hombre y el mundo? y ¿cómo plantear cuestiones globales desde postulados locales?. Entre pinturas, esculturas, fotografías e instalaciones hay tres obras clave de Perejaume para entender cómo acomete la empresa imposible del elefante y la aguja: en Postaler1 en vez de las habituales postales turísticas hay pequeños espejos, la pieza en el museo, en la calle o en la montaña refleja el mundo por entero; Inpempérie es una especie de habitación formada por marcos dorados de cara al interior, una vez dentro, de nuevo, todo el mundo se resume en el marco de la pintura; y El motiu2 son cuatro enormes chinchetas que habían estado clavadas en diferentes lugares recortando trozos de paisaje, como si tensasen la tela sobre el bastidor.

Perejaume es un pintor y los temas que plantea son los de pintura en términos clásicos, casi idealistas. Es un paisajista, un flaneur que pasea sus pinturas, que se pregunta por las posibilidades de representación del mundo y por la relación del hombre con la naturaleza. Son problemas genéricos; pero lo interesante de su trabajo es, en primer lugar, que no renuncia a plantearlos, claro que desde una conciencia contemporánea. La conciencia de que el paisaje no existe, que no es posible representar el mundo, que la relación entre hombre y naturaleza es casi una cuestión irresoluble y que, incluso, la pintura no existe.

El núcleo de su obra está en el cómo solventar esos diálogos imposibles, en sus métodos. La exposición se titula Dejar de hacer una exposición: para Perejaume dejar de hacer un obra es ya hacerla. No pintar un paisaje sino enmarcarlo, enmarcarlos a todos y a ninguno, es una forma de reducir una cuestión global y compleja en la solución más simple y local, sin hacer apenas nada. Es no hacer un paisaje y al mismo tiempo hacer de él un enorme ready-made consiguiendo que entre en el museo. Su método es el del diálogo, el sí y el no que nos descolocan: qué es representar en arte, qué significa significar, qué quiere decir decir. Desde ese caminar constantemente sobre el filo de la navaja, la obra de Perejaume más que resolver las preguntas, las encierra. Su aparente simplicidad es fruto de la tensión: en el vídeo Dir-buix una boca pronuncia repetidamente esas dos sílabas, que en catalán suenan como “dibuix” (dibujo) y en francés “dir bouche”. Círculo cerrado y no hay nada hecho… o sí?

No hacer nada es una forma comprometida de hacer algo, nada inocente y, seguramente, crítica. Crítica con la sobreabundancia de imágenes, con la economía productiva que afecta al arte y los museos como poseedores de un supuesto valor cultural. Frente a la presión de los mass-media, Perejaume propone una mirada en profundidad y el riesgo y el valor de intentar pensar en la contemporaneidad sobre cuestiones universales que afectan y han afectado al arte.


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