DAVID G. TORRES

Ironia

en Art Press, 277, París, marzo 2002

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Fundación Miró, Barcelona, 20 septiembre – 4 noviembre 2001;
Koldo Mitxelena Kulturunea, San Sebastian, 4 diciembre 2001 – 2 febrero 2002

La ironía es fruto de una actitud: conlleva un pensamiento crítico, escéptico, con buenas dosis de cinismo y antidogmatismo. Tras el fin de los discursos de verdad y la crisis del pensamiento occidental la ironía es una de las pocas opciones posibles: porque implica duda y un juego esquivo, burlón y distante frente a lo verdadero y lo falso. Ésta es la tesis de Fernando Barenblit, comisario de la exposición, que escribe en el texto de catálogo: “Probablemente un factor elemental para poder salvar el compromiso con la contemporaneidad es aceptar una inevitable distancia irónica”. Así, tras el título de Ironía, la exposición arrastra la idea del necesario compromiso del arte con la realidad y su tiempo, y su valor en el conjunto del pensamiento. Un compromiso y un valor que hoy encuentra en la ironía una herramienta fundamental.

La exposición toma como referentes para la formulación de la ironía en el arte de los últimos años a Bruce Nauman, con su famoso neón The true artist helps the world by revealing mystic truths, y a Marcel Broodthaers.

Como ellos, Christian Jankowski y Maurizio Cattelan ponen en duda el papel del arte y el artista en la sociedad. Desde ahí la exposición viaja hacia posiciones críticas que se fijan en el contexto socio político: Rogelio López Cuenca, Jeff Koons, Ibon Aranberri o los campos de concentración hechos con figuras de “lego” de Zbigniew Libera. Y muestra obras lúdicas o llenas de sentido del humor, al mismo tiempo que proponen una reflexión existencial: Liliana Porter, Wim Delvoye, Francis Alys o Tere Recarens y su habitación de la que sólo podemos escapar por las ventanas.

Si en Ironía esperábamos encontrar pequeñas bromas, la exposición juega con la idea contraria: formalmente todas las obras son contundentes. Llegando al extremo, Antonio Ortega ha construido un enorme muro que se alza como una gran obra minimal: sin embargo, su única función es mostrar un peculiar aparejo que el artista ha registrado. Esa distancia entre contundencia formal y aparente vacío, duda o sentido del humor, que inunda toda la exposición, pone en marcha una de las características básicas de la ironía: la constante oscilación entre contrarios; y la contradicción como mecánica intelectual y de resistencia.

Ironía es una exposición que indica una línea de trabajo y de pensamiento en arte. Su tesis es ambiciosa y pertinente porque destaca cómo la ironía es una actitud, una herramienta y un modo de pensamiento que caracteriza a buena parte del arte actual.


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