DAVID G. TORRES

Entrevista a Francesc Ruíz

en Butlletí, Centre d’Art Santa Mónica, Barcelona, abril 2006

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¿Qué haces en el CASM?

Un comic con forma de quiosco como los que encontramos por aquí, que tienden ha ocupar toda la calle y se expanden con fascículos y revistas y demás. Me parece que esta expansión de los kioskos llenos de objetos y prensa no ocurre en otros lugares. Y por ello creo que es un trabajo site-specific, que tiene que ver con la ciudad, y con Barcelona, en concreto. De hecho, hemos escogido el modelo de kiosko de Barcelona.

¿Por qué un kiosko?

Antes de que existiese Internet, el kiosko era un lugar en el que descubrir cosas. Y aún es así, las revistas y las publicaciones explican y descubren cosas.

Aquí todas las revistas son tuyas.

Lo que he hecho ha sido dibujar todas las portadas de las revistas que hay en el kiosko. He utilizado diferentes modelos y tipologías con la ayuda del diseñador Pedro Mériday he seguido las normas de las publicaciones con el título siempre arriba y los titulares en la banda izquierda o, también, si aparece una cara, los ojos deben estar a determinada altura... todo marcado por cómo se acumulan y se presentan a la venta.

¿De qué van?

Entre todas las portadas y el quiosco entero se genera una narrativa. Recuerdo que en la película “My own private Idaho” de Gus Van Sant aparece un quiosco en el que de repente los chicos de las portadas de las revistas empiezan a hablar entre ellos. Algo así intento que suceda. Además hay un elemento importante, todos los textos están en inglés. Pero en un inglés muy peculiar: que o bien es el mío que es muy malo, o bien es el de los traductores de google que también es muy malo. Así que finalmente hay un lenguaje propio en cierta forma liberado de las leyes gramaticales. Es algo que ya he puesto en práctica en francés y en alemán.

El kiosko: ¿podría estar en la calle?

Bueno habría requerido otro tipo de producción. Sólo son portadas, dentro no hay nada y es una pieza única, no se pueden coger. Todo el quiosco es una pieza muy específica para el CASM. Este espacio interior del claustro me recuerda cualquier plaza de barrio con las ventanas mirando dentro y los arcos: es como el quiosco de la plaza.

Pero, ¿es una escultura o un cómic?

Sí tiene esta dimensión escultural, pero se lee como un cómic expandido. No lo veo muy diferente de otros trabajos míos que son, si quieres, más planos y se siguen como una historieta. Aquí también hay una narrativa a través de los dibujos que hacen las portadas.

Cómics

¿Cómo empezaste a usar el cómic y el dibujo en tu trabajo?

Al principio hacía esculturas que eran maquetas de edificios, es decir, ya había un interés por la multitud y por los lugares públicos, dónde pasan cosas. Así que pasé a contar esas cosas. No hay nada programático y tampoco sé hacia dónde iré, ni me lo planteo de esa manera, como un programa a seguir. Aunque, en realidad lo de los cómics es una recuperación: siempre han estado ahí en mi vida.

El cómic tiene algo de friky.

No estoy de acuerdo. En los ochenta la producción de cómic es tan grande y popular que no es que no fuese friky, es que era mainstream, ¡era moderno!. Piensa en TBO, Mortadelo y Filemón, pero por otro lado, yo descubrí el cómic adulto (Víbora, CIMOC, Cairo y Makoki) cuando se los robaba a mi hermano mayor. Te puede dar por la ópera, por el cine, por el cómic o por qué se yo. Simplemente, cómic y cine son cultura popular, y ser friky (adoro a los frikys) es un estado mental.

¿Qué te interesa del cómic ahora?

El interés tiene que ver con la comodidad que supone el medio. Por un lado, llegué a él desde la representación de la multitud, los grupos, asociado a una determinada densidad de imagen y de ahí aparece de manera muy natural el cómic. Pero, sobre todo, da la posibilidad de representar y dar visibilidad inmediata a diversos asuntos. Entre otros muchos aspectos, me interesa el cómic como visibilización de la cultura gay en Ralph Koenig, en el Yaoi, o en las revistas de colectivos les/gay/trans donde es una herramienta importante. Pero también me interesa como es utilizado por grupos católicos ultraconservadores en Estados Unidos para atacar a esos colectivos. El cómic como producción cultural es tan viejo como el cine. Lo importante es que es un medio ágil para trasmitir ideas y considero tiene un potencial increíble.

Depende cómo lo utilices.

Claro. Recientemente, en Jerusalem, vi en una librería de viejo un montón de cómics del Oeste. Es decir, que en un momento dado, en Israel se consumió mucho cómic western: la conquista de un territorio, los indios y los colonos... Lo que demuestra que el cómic tiene la capacidad de reflejar más cosas de las que está contando. Y a mi me interesa todo ese potencial del cómic y cómo puede inmiscuirse de muchas maneras. Y me interesa más todo ese poso del cómic que no el dibujo en sí.

Has dicho que es un medio inmediato.

Sí es un medio inmediato y democrático, cualquiera puede hacer cómic de cualquier manera, es barato, e incluso la distribución es algo que te lo puedes montar tú. Ahora se está haciendo cómic en Internet que es muy interesante, con gente como Scott McCloud que utiliza esa idea del cómic expandido pero a través de la red. También se está viviendo un auge del cómic autobiográfico, como un medio brutal: es el caso de Fabrice Neaud, que ha llegado a tal nivel de compromiso autobiográfico en sus diarios que acabó perdiendo a sus amigos. Esa potencia es propia del cómic y se está recuperando en nuevas e interesantes producciones. Evidentemente, me nutro de todo esto

Barcelona

Al principio insistías en el kiosko de Barcelona. Barcelona es un lugar o tema de que está presente en muchos de tus trabajos.

Es que soy de Barcelona. Soy un artista que vive aquí y, si tengo que hablar de cosas, hablo de lo que conozco. Por eso te decía que esta pieza es site-specific, porque el site-specific es también Barcelona. Ahora bien cuando voy a otro sitio, trabajo sobre ese otro lugar.

Pero la Barcelona de tus trabajos no es tan evidente.

Es una ciudad que está ahí. Y el Corte Inglés que estaba en uno de mis dibujos no es algo no evidente. Lo que pasa es que no lo voy a representar tal cual, hago un filtro. Pero tampoco muestro nada que no éste ahí, que no suceda o que no pueda suceder. Una cosa es una supuesta normalidad visible y otra es lo que pasa.

¿Un poco David Lynch?

No explico nada que no conozca. Y a veces me han colocado una etiqueta de sexo y violencia, pero es que lo veo en todas partes. No sé si es que tengo ese filtro. Pero la violencia y el sexo están ahí, muy presentes.

Modas

Volviendo al cómic: ¿ves alguna diferencia entre el cómic en arte, en una exposición, y directamente como tal en una publicación?

Las categorías están cambiando y la institución arte está más relajada y más generosa. Hablamos de cultura visual y de campo expandido del arte, y eso es un alivio.

Y ¿cómo ves está supuesta moda del dibujo y el cómic en arte?

El acercamiento crítico que se está haciendo actualmente al dibujo me parece muy superficial. Son importantes las exposiciones de conjunto en las que se presenta un tipo de producción concreta. Y me parecen buenas y generosas. Pero también hay que profundizar un poco más e ir al fondo. Por ejemplo, en la KunstHalle de Dusseldorf la exposición “Diving Trips. Drawing as Reportage” mostraba el medio y la narración gráfica aplicada al ámbito del reportaje, allí dónde el dibujo puede entrar y la cámara de fotos no, como en los juicios.
Incluso cuando desde el arte se intentan coger referencias se acude al Pop-Art y el Pop-Art no es cómic. Ad Reinhard hacía cómic, no Andy Warhol ni Liechtenstein que hacían Ready Mades. En paralelo a sus pinturas, Ad Reinhard tiene una enorme producción de cómic. Y lo utiliza para hacer crítica de arte.

Finalmente, pregunta obligada, además ¿qué estás preparando?

Observo como mi trabajo desarrolla diferentes vertientes al mismo tiempo: un aspecto de mapeo psicogeográfico, un aspecto autobiográfico y la idea de site-specific utilizando el cómic y el dibujo como vehículo. Sigo atento a ver que es lo próximo que se me ocurre.

Y en concreto...

Voy a hacer una residencia en la Kunstverein de Frankfurt y entre otras cosas estoy preparando una obra que se llama “La zona alta” para una exposición “Registros y hábitos. Máquina de tiempo/imágenes de espacios” este septiembre en la Fundació Antoni Tàpies.


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