DAVID G. TORRES

Suzanne Duchamp
. La feliz desgracia

para Es Baluard, Dones Dada, 2016

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Un libro de geometría ligado a una ventana de tal forma que el viento va arrancando sus páginas: un ready-made efímero, del que no quedan rastros, titulado “Ready-made malheureux” (Ready-made desgraciado). Bajo esa desgracia está oculta la figura de Suzanne Duchamp. Una artista reconocida básicamente por ser la hermana de Marcel Duchamp y el objeto de uno de sus ready-mades más enigmáticos y malignos. La historia es conocida: esta obra desgraciada fue el regalo de bodas de Marcel a su hermana por el matrimonio con su amigo, el también artista, Jean Crotti. ¿Quién hace un regalo de bodas con una referencia a la desgracia? ¿de quién es la desgracia? Arturo Schwarz, el primer compilador de la obra del hermano de Suzanne, explicó en múltiples ocasiones (siempre confidencialmente a colegas y amigos, nunca por escrito) que durante los años sesenta daba una conferencia sobre el autor del “Nu descendant l’escalier” en la que acababa desvelando que Marcel y Suzanne habían mantenido una relación incestuosa. De tal forma que toda la obra del hermano giraría sobre la añoranza del amor adolescente con su hermana: los jóvenes desnudos en la primavera, ¿eran ellos?; la mujer desnuda bajando escaleras, ¿era Suzanne?; las máquinas eróticas, ¿evidenciaban el deseo insatisfecho o reprimido de Marcel?; llegando hasta un mal regalo de bodas, ¿el matrimonio como una institución desgraciada o la desgracia de perder el amor incestuoso?… Arturo Schwarz también decía que a veces, mientras explicaba el origen incestuoso de esas obras, Marcel Duchamp estaba presente y sonreía irónicamente desde el fondo de la sala.

Suzanne Duchamp no es tanto un cuerpo deseante como el cuerpo deseado, el objeto sobre el que ha pibotado la obra que más ha marcado el devenir del arte en los últimos cien años. Así, la figura de Suzanne Duchamp insiste en la historia de las mujeres artistas durante las vanguardias. Ni siquiera ella, ni su hermano, paradigma del artista que no quiere ser explosivo, que desarrolla su vertiente femenina (con su alter-ego Rrose Selavy), escapa a esa lógica que recluye a las mujeres como musas inspiradoras o alegres desnudos. Suzanne: la musa de Marcel y el objeto erótico de Marcel. Un caso aun más extremo el suyo, dado el peso del apellido Duchamp en la historia del arte.

¿Cómo librarse de Duchamp? La pregunta, referida al hermano célebre, ha sido repetida en numerosas ocasiones en el último siglo... Duchamp como un lastre. Sin embargo, Suzanne nos desvela que muy probablemente fuese al revés. Nos devuelve la imagen de un Marcel lastrado por el amor juvenil. Mientras, Suzanne parece una de esas mujeres que surfearon a lo largo del siglo XX. Y tal vez con una vida más completa que muchos otros.

Suzanne nunca dejó de pintar: expuso regularmente desde1912 y siguió activa hasta su muerte en 1963. Frente a la movilidad de su hermano, Suzanne desarrolló su trabajo, desde los años 20 y hasta el final, en el mismo estudio en Neulli, a las afueras de París. Curiosamente, heredó el estudio de Marcel, era el estudio que Marcel Duchamp había ocupado hasta que se instaló en Nueva York. Y, aún más, era el estudio que Suzanne compartía con su marido Jean Croti. ¿Es descabellado pensar en un Marcel Duchamp contrariado por imaginarse a su hermana con su mejor amigo pintando a diario en su estudio de Neulli? Jean Croti, el mismo amigo, ahora marido de Suzanne, con el que Marcel había compartido otro taller y correrías en la segunda mitad de los años diez en Nueva York, en los años de los ready-mades (todavía no desgraciados), del urinario y de Dada New York.

De hecho es el el dadaismo lo que une a Jean Crotti y Suzanne Duchamp. Desde 1915 y hasta que ocupan el estudio de Neulli, ambos son el núcleo que desarrolla una versión de Dada: Dada Tabu. Dada Tabu quiere ser más positivo y más creativo que Dada. La negación, ese “NO” sonoro que recorre el siglo XX originado en el Cabaret Voltaire y fruto del bloqueo, del ¿qué decir? y del ¿qué hacer?, se reconvierte en una fórmula que busca en las raíces de la poesía simbolista de Mallarmé y en las máquinas de Picabia. Frente al trabajo solitario, Suzanne se recrea en un trabajo colaborativo con Jean Crotti; frente a las máquinas solteras, ambos elaboran obras en común; frente al bloqueo y el enfado, sus pinturas destilan una alegría mecánica propia del futurismo. Y, entre la profusa producción que Suzanne y Jean desarrollan en 1920, en plena euforia durante su primer año de casados, Suzanne Duchamp pinta un cuadro lleno de amarillos, que parece reproducir los barrotes de una ventana, los rayos de sol que entran y unos papeles rasgados, con un escueto mensaje en un estilo tipográfico periodístico que aclara el contenido de la imagen: “EL READY-MADE DESGRACIADO de MARCEL”.

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