DAVID G. TORRES

Relato, crítica y no-ficción

en Bonart, junio - julio 2014

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Hace ya unos años que la idea del relato ronda muchos discursos en arte contemporáneo: el ciclo de exposiciones comisariado por David Armengol y Martí Manen en Fabra i Coats toma como eje el relato; y en artistas que van desde Dora García (y sus referencias explícitas a la literatura) hasta Enric Farrés (y sus insólitas guías a través de El Prat o Josep Pla) el relato parece ser el elemento consustancial de sus trabajos. Como en su momento lo fue el hecho de subrayar la condición política del arte (Poetics/Politics se tituló la célebre Documenta X en 1997 comisariada por Catherine David), la reivindicación del relato como una estrategia fundamental en arte contemporáneo tiene un carácter discursivo e inclusivo. Es decir, como suele suceder, no es que ahora las producciones artísticas contemporáneas se hayan centrado en el relato, sino que algunos nos hemos propuesto verlas ahora como relatos. Esa es la característica inclusiva.

En efecto, la cuestión de la producción artística contemporánea entendida como relato no es nueva. Recuerdo hace más de quince años al entonces director del FRAC de Montpellier, Ami Barak, explicar no importase qué exposición ni qué artista como un cuento, como un relato. Más allá de obras con alta carga conceptual (desde Pierre Huyghe hasta Douglas Gordon), ya podía tratarse de la pintura más realista o la escultura más gestual, siempre encontraba una historia que explicar sobre la obra que la calificaba intensamente y que le daba el sentido. Tanta obsesión por la historia a explicar parecería responder a una tradición hebráica. Pero como bien sabemos nuestra cultura occidental está configurada por esa tradición que nos lleva a poner en primer plano a la palabra, el relato, lo que se explica.

Más allá de tradiciones hebráicas, aquella capacidad de Ami Barak para explicar las producciones artísticas en base a las historias que contenían, nos ponen sobre la pista del carácter inclusivo que tiene la vigencia del relato en los discursos sobre arte. Efectivamente, son los discursos sobre el arte, es decir aquellos que desarrollamos comisarios o críticos, los que desvelan una cualidad narrativa en la producción artística. O al menos es lo que me he empeñado en señalar últimamente: la crítica y el comisariado como productores de relato. Un relato o unos relatos que por otra parte son contemporáneos en la medida en la que relatan experiencias vicarias, de otros, hablan por boca de otros, como ventrílocuos… Recortando y pegando, de aquí y de allá, y así poniendo en marcha un pensamiento plenamente contemporáneo, incapaz o imperfecto. Y así aparece una genealogía con otros creadores afines a la crítica y el comisariado. Recientemente, el escritor francés Michel Huelebeck decía que el escritor al hablar por otros es un ser imperfecto. La crítica, entonces, también es una escritura imperfecta. Y, justamente, toda esa imperfección tiene que ver con la imposibilidad de la ficción… pero eso será en el próximo capítulo.


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