DAVID G. TORRES

“It’s (not) the economy, stupid!”

en Bonart, núm. 152, junio 2012

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Dicen los analistas políticos y la prensa francesa que François Hollande ha ganado las elecciones presidenciales en Francia porque ha hablado de política. No de de economía. Ha dicho que la cuestión para salvarnos de la crisis está en la política. Antoni Dalmases en una tertulia en la cadena SER comenta que el problema de la izquierda es que se ha dejado convencer por la economía y que la única salvación (para el pensamiento de izquierdas) está en volver el discurso hacia la ética. De lo contrario, cae en esas redes en las que el número y los euros lo justifican todo. La reunión del Banco Europeo en Barcelona se crítica desde la izquierda por el coste en seguridad y se defiende desde la derecha justificando que ese coste es el mismo que el de un gran concierto. Otro ejemplo, se censura la ayuda económica a Bankia porque es el mismo dinero que se recorta de sanidad. De paso surgen los agravios comparativos con la banca en Catalunya. Y no, la cuestión está en la política o, mejor aún, en la ética. Dada la situación social es inmoral la visita de los banqueros europeos a Barcelona y el estado del bienestar es incuestionable. Política, ética o estética y... arte.

En arte también la economía ha ganado el terreno a la reflexión estética o artística. Llevamos demasiado tiempo anclados en guerras que tienen más que ver con la gestión de la economía que con la discusión artística o cultural. La cuestión está en los modelos de gestión. Pero esos modelos de gestión tienen que estar anclados en la necesidad del arte y la cultura. En la necesidad social. No en la necesidad que el sector profesional tenga para ser profesional, no en la necesidad de visibilidad. Sino en que el arte y la cultura aportan una visión crítica para la sociedad. Que son un valor en sí mismo. Que además son imprescindibles para generar una sociedad rica. Que aportan valores que van más allá del consumismo. Que cultura y educación van indisociablemente unidos. Y que la educación es un pilar de la sociedad para generar individuos libres, creativos, críticos y hasta rebeldes. Esa es la clave política y ética de la necesidad del arte, ahí es donde se puede recuperar un discurso no marcado por la economía porque es contraeconómico. Al menos contra esa economía utilitarista que representan Rodrigo Rato y sus secuaces. Esos son los motivos por los que no se invierte en cultura y al mismo tiempo son los motivos por los que hay que defender la inversión. Y son motivos no económicos sino políticos y éticos.

Entonces, la acusación de demagogia por recuperar los argumentos políticos y éticos que deben justificar la inversión en arte y cultura también debería ser leída en clave política.


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