DAVID G. TORRES

Gilbert&George - Cindy Sherman: del solipsismo a la fragmentación del "yo"

en Lápiz, 121, Madrid, abril 1996

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Paul Valéry, situado justo en el paso del siglo XIX al siglo XX, uno de los poetas o creadores que esbozarían el discurso literario y, por extensión, artístico del presente siglo, hizo de la reflexión sobre el "yo", o lo que él calificaría como la "configuración del MOI", uno de los sujetos fundamentales de su obra. En su largo poema "Narcis" nos encontramos menos ante una expresión estereotipada del narcicismo como devoción de uno mismo, como ya ante la expresión de un "yo" solipsista: un Narciso que sólo es capaz de ver el mundo, de aprehenderlo y de explicárselo a través de su propia imagen reflejada en el estanque. El problema de la perdida de la identidad y con él el de la coherencia en la configuración de un "yo" ha sido en la segunda mitad de este siglo un asunto fundamental en la reflexión artística. Desde que la "desaparición del autor"i es un hecho anunciado en el arte contemporáneo el problema de la identidad del artista pasará a un primer plano. Así ocurre tanto en la obra de Gilbert&George como en la de Cindy Sherman, si algo es característico de sus obras al mismo tiempo que inquietante es la presencia casi constante de ellos mismos, del autor o del individuo-artista, en sus imágenes. Entre Gilbert&George y Cindy Sherman existen una serie de puntos de contacto que permiten reconstruir un movimiento en la formulación de ese "yo", solipsista y fragmentado al mismo tiempo.

Desde el inicio de la carrera de Gilbert&George, cuando a finales de los sesenta se erigen a sí mismos como "living sculptures", el problema de la identidad aparece como una de las cuestiones fundamentales en su obra. Sin embargo, ¿cómo hablar de identidad y, sobre todo, del "yo" cuando no se trata de uno sino de dos, Gilbert y George?. En efecto, se trata de dos individuos pero de una obra, analizada en conjunto ésta muestra la coherencia de una sola personalidad, de un único "yo" construido en base a dos; en Gilbert&George la suma de uno más uno no es igual a dos sino que da uno. La identidad de ambos se convierte en la de uno, así en la serie "Dark shadow ner1"(1974) los rostros de Gilbert y George aparecen mezclados, superpuestos el uno sobre el otro, indiferenciándose, formando uno solo. Sus exposiciones siempre serán de "one-man shows"ii, un único nombre para ambos de tal forma que nunca sabemos muy bien quién es George y quién es Gilbert, siempre bajo el mismo uniforme que al mismo tiempo los indiferencia el uno del otro y los identifica como G&G. En ese primer estado de su obra en el que son "living sculptures" y, más tarde al principio de los setenta, en las primeras series de obras hechas en forma de fotomontaje donde aparecen siempre ellos en diferentes lugares como en fotografías tomadas al azar, lugares donde se instalan a sí mismos como esculturas, precisamente tratan de definir esa identidad común: con los pulidos, inmaculados y simples o austeros trajes de G&G que de inmediato los identifica construyen la imagen característica de su propia identidad. En las piezas en las que aparecen en distintas instantáneas en medio del campo, dos personajes así vestidos con un cierto aire de impasibilidad o por lo menos de pose ("living sculptures"), marcan una distancia radical frente a ese mundo que les rodea, asistimos a un primer movimiento en la configuración del "yo": crean un "yo" que se cierra en sí mismo al mostrar su distancia, su diferencia con el resto.

A partir de esta primera estrategia en la exposición de una identidad diferenciadora, la obra de G&G va realizando un movimiento en el que define los elementos característicos en la expresión de un "yo" solipsista en arte. Exploran la relación de ese "yo" ya definido con el mundo, es decir, su obra existirá en el mismo lugar que la mirada del Narcis de Valéry, en el espacio de una mirada que se ve viendo. Entre 1972 y 1974 realizan una serie de obras, "Pink elephants", "Shashed", "Two A.M." o "A drinking sculpture", en las que reproducen su relación con la bebida. En todas ellas aparecen G&G rodeados de copas, bebiendo en un pub o entre cientos de vasos y botellas flotando en el aire, en instantáneas tomadas al azar o en un ambiente borroso, marcado por la bebida, que se intuye como de borrachera. A través de la bebida G&G explotan una relación con el mundo que podríamos calificar de afectiva, desde la borrachera ofrecen una visión íntima de su mundo, una visión comparable a la de James Joyce en el "Ulises", que se objetiva en la obra, que se expresa en esa distancia entre el "yo" y su imagen reflejada en el estanque. Para G&G la representación del mundo ya sólo puede ser la representación de su mundo, exponen esa capacidad o, más bien, incapacidad del sujeto solipsista de afirmar ninguna existencia salvo la suya propia, la imposibilidad de explicar el mundo fuera de sí mismos.

En las series "Dusty corners"(1975) y "Dead boards"(1976) vuelve a tratarse de definir una identidad propia. Siempre la presencia de G&G por separado, pero indiferenciándose el uno del otro, solos en habitaciones vacías, en una esquina, frente a una pared u observando el mundo a través de una ventana. Definida ya su identidad en las primeras obras, ahora se define un estado de retiro en un espacio cerrado en el que el "yo", desde esa distancia del reflejo, de la mirada que se ve viendo, en la que se objetiva, a su vez se cierra sobre sí mismo. Esta sensación de espacio cerrado queda subrayado por la propia disposición de los paneles, formados de cuatro o nueve fotografías organizando un cuadrado, o bien crean una dinámica circular en tono al panel central, o bien la disposición enfrentada panel contra panel de las figuras de Gilbert y George forman un ritmo circular y obsesivo. En estas imágenes se desarrolla un movimiento del "yo" en el que se observa y se reconoce aislado, distanciado del resto del mundo al que mira desde el umbral infranqueable de una ventana que delimita ambos espacios, una habitación cerrada como espacio metafórico y de existencia del "yo" solipsista y, del otro lado, el resto del mundo.

Si en esta configuración del "yo" solipsista, aislado, se intuía que su definición venía dada por la presencia de lo otro, en las siguientes series, "Bloody life"(1975), "Bad thoughts"(1975) y, sobre todo, "Mental"(1976) y "Red morning"(1977), será evidente. Compuestos por paneles de cuatro nueve o dieciseis fotografías estarán formados por dos tipos de imágenes, de un lado instantáneas diversas de las calles y edificios de Londres, así como de árboles y flores, y por otro lado fotografías de G&G en diferentes poses sobre un fondo absolutamente blanco, sin ningún tipo de coordenadas. Efectivamente G&G aparecen siempre en poses distintas, como si estuvieran andando, parados ante un semáforo, señalando a algún sitio o mirando distraídamente hacia no se sabe donde, y sin embargo están absolutamente solos en un espacio blanco. En realidad, parece como si ellos mismos, en tanto que autores, se hubiesen sacado de esos contextos que aparecen en las otras imágenes, que hubiesen recortado su propia imagen de una de esas calles de Londres aislándola en una imagen sin referente. En estas nuevas series se asimilan los conceptos de las anteriores, por un lado aquella representación afectiva de la realidad y por el otro el "yo" aislado. A lo que a asistimos es a un nuevo desarrollo de esa configuración del "yo" solipsista que se desdoblará en dos movimientos. En primer lugar, esa forma tan radical de quedar escindidos de la realidad señala una distancia que aísla al "yo", pero que lo define en tanto que aparece enfrentado o, por lo menos, en oposición a lo otro. El "yo" sólo toma plena conciencia de sí en oposición a lo Otro, en definitiva, una premisa básica de la moderna antropología, lo Mismo sólo se define en la medida en que se enfrenta a lo Otro. Pero esta cuestión de la alteridad también desembocará irremisiblemente en una formulación solipsista puesto que lo Otro sólo se dará como una representación de lo Mismoiii. Es aquí donde encontraremos ese segundo movimiento del que hablaba más arriba, puesto que esa realidad que muestran es de nuevo una realidad "afectiva", la realidad unicamente aparece como representación de su propia conciencia. De entrada, por esa definición de sí mismo a través de lo otro, pero también porque las imágenes están ligadas a un concepto emocional o, simplemente, a una situación mental determinada, en este sentido es evidente que la serie "Mental" es toda una declaración de principios. Al mismo tiempo, en ese contraste entre las figuras de G&G y las imágenes de la realidad, las de G&G rodean o cercan esa realidad haciéndola suya: "Its always with us, with the nature and the city, and in this group we’re always going around in the pattern without an end"iv.

A partir de 1977 la representación de eso que he denominado realidad afectiva de la ciudad de Londres se va concretando, acercándose más o siendo más evidente el paralelismo con la percepción de Dublín en el "Ulises" de Joyce, fijando su atención en elementos determinados del paisaje urbano que forman parte de su particular relación con la ciudad, "The centre"(1978), "Paki"(1978), "The man"(1978), "Alcoholic"(1978). De nuevo lo que resulta inquietante de estas obras es la presencia constante de G&G, sobre fondos neutros, en primeros planos, a la vez distantes e implicados. Esa presencia delata que efectivamente todavía estamos ante un "yo" solipsista, que esa ciudad que nos muestra siempre la vemos a través suyo, que se trata de su realidad, en definitiva un presupuesto básico del "yo" solipsista, la imposibilidad de explicar el mundo fuera de su propio "yo". Al mismo tiempo y en gran parte de su producción en los ochenta, G&G empiezan a desarrollar conceptos emocionales en sus obras, cada cuadro será la expresión de un sentimiento emocional determinado, "Unhappy"(1980), "Depression"(1980), "Misery"(1980)... A lo largo de la década de los ochenta las figuras de Gilbert y George ya no serán omnipresentes en su obra. De alguna manera su imagen ya no será imprescindible para definir esa identidad, dado que cada obra define un estado de su conciencia (las series "The Cosmological Pictures" y "New moral works"(1985) describirán una amplia gama de emociones): "We are always interested to put our feelings in our photo-pieces"v. Sin embargo, aquí asistimos a un movimiento final en la afirmación radical del "yo" solipsista, puesto que este desarrollo emocional lo llevarán a cabo a partir de imágenes de la realidad, por tanto, toda la realidad es usada pero, sobre todo, sólo cobra sentido en tanto que responde a un sentimiento determinado del "yo". En efecto, el "yo" solipsista no es capaz de afirmar ninguna existencia salvo la suya propia, y la existencia de cualquier otra cosa sólo aparece como representación de sí mismo, de su conciencia.

En la pieza "My World" las figuras de Gilbert y George recorren los marcos de la imagen, creando un movimiento circular que cerca las imágenes de su mundo, la realidad para ese "yo" solipsista queda encerrada por los límites de su propia corporeidad. El aspecto de vidriera de las obras de G&G otorga a sus exposiciones un carácter envolvente, la exposición aparece como una realidad reorganizada o reconstruida en torno a la configuración de un "yo", de la identidad de G&G. Esa realidad está efectivamente reconstruida, cada obra consta de diferentes paneles con fragmentos de realidad o, en sus últimas obras, con realidades superpuestas, G&G reordenan o crean un mundo propio hecho a base de trozos de realidad; de tal forma que ese mundo propio al que nos enfrentamos aparece formado por una realidad fragmentada. La realidad del "yo" solipsista será una realidad fragmentada cuya única coherencia la encontraremos en el mismo.

Si G&G mostraban una identidad definida y diferenciada como "living scultures", que en la percepción de la realidad como parte de su propio "yo" aparecía fragmentada, en la obra de Cindy Sherman asistimos ante un nuevo movimiento en la definición de la identidad, en el que esa especie de identificación con el mundo lleva al "yo" a un estado de ruptura o de fragmentación.

Desde las primeras obras de Cindy Sherman, los "Film stills" de finales de los setenta, hasta las imágenes explícitamente sexuales de los años noventa, lo que hace características las imágenes de Cindy Sherman es, al igual que ocurría con G&G, su presencia física constante. Sin embargo, frente a aquel aspecto peculiar e inmutable de G&G, Cindy Sherman muestra un aspecto diferente en cada una de sus piezas. En sus fotografías todo está trabajado para conseguir una identidad diferente en cada imagen, el escenario, el vestuario, la pose y la expresión, de tal forma que en cada ocasión vemos a una Cindy Sherman transfigurada en una persona distinta, en un carácter determinado. De una obra a otra altera radicalmente su imagen y resulta imposible localizarla, su cuerpo desaparece en su representación, la identidad se fragmenta en multitud de identidades: "I would experiment and make my face look somebody else"vi. Ya en los "Film Stills" estas identidades aparecen como estereotipos, en este primer momento son estereotipos que aluden a la representación de la mujer en las películas de los años cincuenta, pero más tarde serán estereotipos de mujeres en términos más generales. En realidad, esta noción de estereotipo no se ajusta con precisión a aquello que exponen sus imágenes, sino que más bien Cindy Sherman jugará con la idea de rol. Cada una de las mujeres tras las cuales se oculta responde a la expresión de un rol determinado y, en este sentido, estas imágenes estarán ligadas directamente a aquel realismo emocional que planteaba la obra de G&G, puesto que a través de la alteridad o de lo distinto Cindy Sherman, como lo hacían G&G, define un estado del "yo".

El rol es un operador de diferencias, entre la joven y la vieja, la rica y la pobre, la guapa y la fea o la rubia y la morena, el rol implica el establecimiento de una identidad definida que remite a un "yo" determinado. La obra de Cindy Sherman reflexiona sobre los diferentes roles que juegan las personas, pero no los anula sino que los asume todos. Así, su obra se convierte ciertamente en un paralelo del espejo del Narcis de Valéry, en el que el "yo" solipsista sólo es capaz de representarse la realidad a través de su propia imagen reflejada. La realidad, la diferencia, todos los otros en Cindy Sherman unicamente son representables a través de su propio cuerpo. El problema es que ante todos esos rostros distintos, ante todos esos roles diferentes, y ante todas esas identidades que se reflejan en Cindy Sherman como en la imagen de Narcis, dónde está la "verdadera" Cindy, "the real Cindy"vii. Probablemente, algunas de las imágenes realizadas entre 1981 y 1982 en las que ella aparece en interiores con escasas referencias, bastante neutros, con a penas un jersey rojo, sean las que nos ofrezcan una Cindy Sherman más "real", sin "máscaras", las más cercanas a la idea de autorretrato. Sin embargo, en el conjunto de su obra, éstas aparecerán como un rol más, como una identidad entre tantas, de alguna manera la "verdadera" Cindy desaparece, se pierde, entre todas las demás.

Hacia finales de los ochenta sus imágenes se podría decir que cada vez son más siniestras o, al menos, más oscuras. El cuerpo y el rostro de Cindy Sherman aparece entre restos, reflejado en la lente de una gafa rota entre un vertedero o semioculto en la tierra. Lo que sucede en el fondo es que su cuerpo desaparece de la misma forma que su identidad desaparecía entre la infinidad de identidades, de roles, de máscaras. Al reflejar todos los roles e identidades de la mujer en la modernidad, el "yo" de Sherman refleja la condición del "yo" moderno caracterizado por su pérdida. Como la obra de Francis Bacon, en la Cindy Sherman la hiper-esquizofrenia de la identidad supone un estado de "pérdida del yo", "loss of self"viii. La identidad desaparece entre la multitud de roles y el cuerpo que ya no está ligado a una identidad determinada se diluye, desaparece y se fragmenta al no encontrar un referente cerrado y definitivo. Desde que el "yo" solipsista sólo es capaz de explicar la realidad como su propia representación, inicia un movimiento por el cual de su identificación con lo Otro pasa inevitablemente a su fragmentación, a su disolución y a su pérdida.

En sus últimos trabajos Cindy Sherman ha dejado de aparecer en las obras. Ha cambiado su propio cuerpo por el de muñecas, más bien, por trozos dispersos de muñecas que ha reconstruido un poco a lo Frankenstein. Por un lado, ya no es su cuerpo el que se enmascara o transforma pero, por otro lado, ha encontrado un suplente perfecto de éste, las muñecas. Puesto que toda nuestra interpretación de la obra de Sherman gira en torno a la transfiguración constante de su identidad por la alteración de su cuerpo, las muñecas sólo pueden aparecérsenos como un sustituto de ese cuerpo con el que puede culminar esa fragmentación. En la reconstrucción de trozos dispersos de muñecas tiene lugar una definitiva disolución y fragmentación, primero del cuerpo pero también, de la identidad y del "yo". Como los cuerpos en las pinturas de Francis Bacon, esos cuerpos fragmentados y rotos de las muñecas son fruto de un estado en el que el referente "yo" se ha diluido, se ha perdido, el cuerpo y la identidad están "loss of self".

Si Francis Bacon al mismo tiempo que desmembraba el cuerpo le ofrecía una especie de reconstrucción al encerrarlo en el "rond", Cindy Sherman a la vez que utiliza trozos de cuerpos de muñecas los reconstruye en sus imágenes. En un último y definitivo movimiento el "yo" encuentra un lugar de reconstrucción en la obra. Ese "yo" fragmentado y diluido de Cindy Sherman y ese "yo" solipsista de G&G que ofrece una realidad fragmentada y dispersa sólo encontrarán un lugar de coherencia, de reconstrucción en el conjunto de su obra: "our whole life is one big sculpture"(G&G)ix. La obra se convierte en el lugar de reconstrucción del "yo", ofrece unidad a la dispersión de su identidad. Si la obra en su conjunto deviene un lugar de identidad del "yo" es porque en definitiva en las obras de G&G y Cindy Sherman asistimos a la expresión de un antiguo anhelo de las vanguardias históricas, la unión arte-vida.

i. FOUCAULT, Michel: ¿Que es un autor?, Revista "CREACIÓN. Estética y teoría de las artes", nº9, Madrid, octubre 1993; pp. 42-68.
ii. RATCLIFF, Carter: Gilbert&George: The fabric of their world en: Gilbert&George: The complete pictures 1971-1985, Thames and Hudson, Londres, 1986.
iii. LÉVI-STRAUSS, Claude: Tristes trópicos, ediciones Paidós, Barcelona, 1992.
iv. RATCLIFF, Carter: Idem.
v. Idem.
vi. KRAUSS, Rosalind: Cindy Sherman 1975-1993, Rizzoli International Publications, New York, 1993.
vii. Idem.
viii. VAN ALPHEN, Ernst: Francis Bacon and the loss of self, Reaktion Books, Londres, 1992.
ix. RATCLIFF, Carter: Idem.


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