DAVID G. TORRES

Borja Zabala: el rey de las fiestas

en Papers d’Art, 69, Gerona, 1996

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Se Alquila (Barcelona)

El regreso de Borja Zabala, el Domingo 19 de Enero en Se alquila, de sus vacaciones performáticas con El rey de las fiestas estuvo lleno de intensidad, simplicidad, contundencia y dramatismo. Situado sobre la magnífica pieza que presentaba Mireya Masó, B.Z. inicia su performance respirando profundamente; acto seguido saca dos globos de gran tamaño, uno verde y otro rojo, y empieza a hinchar, no sin esfuerzo, el verde; cuando está totalmente hinchado le conecta, por la boquilla, el rojo y empieza a traspasarle todo el aire; para ello es preciso que se abrace al globo, lo presione con el cuerpo y la cabeza; al fin el verde está sin aire y el rojo inflado, entonces sujeta este último con la mano y, al momento, deja escapar todo el aire que contiene; fin de la performance. Es una obra de enorme belleza: por tratarse de simples globos; por lo básico de la acción, sencillamente hinchar y deshinchar; por el sujeto volátil con el que trata, aire; por el esfuerzo físico en el que B.Z. se abisma; y por algún elemento mínimo que casi se nos escapa, el sonido del aire soplar, al pasar de un globo al otro y al liberarse finalmente.

Hasta ahora Borja Zabala ha utilizado en sus obras diferentes referencias cruzadas de obras del pasado y del "establishment" artístico. Ha hecho suyos elementos como el vacío de Yves Klein o el rojo y el verde, citación de los puntos de compra o venta de las galerías y de Pharmacie de Duchamp; en las "fotoperformances", en colaboración con Artur Lleó, hacía referencia a los diferentes centros museísticos del país. Mezclando la cita a otros artistas y a cuestiones explícitas de mercado y exposición, la clave de sus obras parece estar en la ironía sobre los sistemas artísticos. El rey de las fiestas nos hablaría del esfuerzo que significa hacer una obra, del esfuerzo que supone introducirla en el mercado y por último venderla. Al final el trabajo del artista no existe más que en el traspaso de estar en venta a ser vendido, del verde al rojo. Y todo ello por nada, por el vacío, por el aire. En definitiva, frente a esta mecánica el arte ni siquiera existe. El rey de las fiestas muestra el drama y el esfuerzo de un trabajo que se intuye condenado a disiparse en la nada.

Ante tal estado de cosas, cabe decir que la obra de B.Z., al contrario de otros artistas que también usan la citación, no parte de una actitud frívola, ni tan sólo cínica, sino de un profundo nihilismo; de cómo ser artista y hacer arte cuando quizá ya no es posible. Por ello la única estrategia válida para B.Z. es subvertir las reglas del arte. No quedarse encerrado como un Señor K en los laberintos de El proceso sino, más cercano a Astérix y Obélix en las Siete pruebas del Cesar, jugar desde dentro y utilizarlo a su favor, trastornarlo.

El rey de las fiestas puede ser un punto de inflexión en el desarrollo del trabajo de B.Z.. Los elementos de citación y subversión han sido condensados y asimilados, sin ser explícitos son más sutiles a la par que contundentes. Si anteriormente bajo la capa de ironía podíamos entrever una fuerte densidad poética, ahora ésta ha pasado a primer plano. Una carga poética que adquiere toda su fuerza en la simplicidad de la acción. La performance de B.Z. mantiene una intensidad contenida desde la que estallan los discursos. Pero siempre algo de aire se nos escapa ... hablar de arte es hablar sobre el vacío.


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