DAVID G. TORRES

Yamandú Canosa

en Art Press, 236, París, junio 1998

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Galería Tomás March (Valencia);
3 avril - mai 1998

Cada vez más al pasearnos por las galerías o al visitar una bienal nos enfrentamos a obras que nos muestran las conflictivas situaciones sociales que nos rodean (la marginalidad, el problema del SIDA, la todavía falta de consideración hacia la mujer etc.) armadas de las nuevas posibilidades tecnológicas. En ese recorrido que mantiene alerta nuestra conciencia ¿dónde ha quedado el sujeto?; ¿el sujeto en un sentido estricto, nuestra psique, tiene aún algún hueco en arte?. La obra de Yamandú Canosa responde radicalmente de manera afirmativa.

"Psico" es una exposición fundamentalmente de dibujos en los que, más allá de la denuncia, el arte es entendido como un lugar de comunicación psicológica. En la serie Psico suite, formada por once dibujos de pequeño formato, aparecen objetos o figuras totalmente negras, que parecen recortadas sobre el fondo blanco del papel: en uno de ellos, la figura de una mujer a medio desvanecer, un hombre cargado con una gran maleta, en el centro una silla sin ocupar; en otro, una gran bola hecha de pies. Son cortes en el tiempo, fragmentos de historias por narrar, en las que se dan ligeras claves de tensión, o bien son estados psicológicos, casi psicóticos. Hay una agresividad latente, siembran una perturbación no explícita que solicita algún tipo de continuación. Quizá por ello es difícil entrar en el trabajo de Yamandú Canosa, porque es demasiado fácil caer hasta el fondo, hasta el fondo de una obsesión personal, del desastre que anunciaba el Angelus de Millet.

En la obra de Yamandú Canosa siempre está presente lo dibujístico pero no hay una verdadera unidad técnica y de soporte, a veces son verdaderas pinturas sobre tela (Copla) o piezas hechas con planchas de yeso (Fontana), otras dibujos garabateados con bolígrafo (Maelstrom). Pero en todas ellas hay una unidad conceptual que puede ser extraña encontrar en estos tiempos. La de una obra que busca una relación personal, que surge de obsesiones íntimas y que crean una inquietud que no es de carácter social sino privado. Ese es el rasgo fundamental del trabajo de Yamandú Canosa, el de recuperar para la obra de arte un estado de inquietud, en el que nos veamos enfrentados a un espejo y en el que la obra vibra, permanece en un estado de latencia, de explosión que no se deja comentar del todo, de turbación que puede hacerse insoportable.

Desde la heterogeneidad del arte contemporáneo es preciso pensar, como lo hace Yamandú Canosa, qué sucede en una obra de arte. Sus dibujos no se contentan con una mirada rápida, de suma y sigue, despistada por la vertiginosidad de las imágenes en el mundo contemporáneo. Al contrario, ofrece una alternativa desde el arte como el lugar en el que todavía es posible desarrollar una imagen que tiene un ritmo propio, una cadencia y que demanda una mirada detenida. Una mirada que debe buscar en la figuración arquetípica de una montaña otra figuración escondida (Gran psico). La obra se abre desde el interior hacia el exterior intentando recuperar su materialidad extrayéndola literalmente de los agujeros de Lucio Fontana (en Fontana azul y Fontana gris). Así se trazan puentes que funcionan en profundidad, desde el trabajo cotidiano y de investigación hasta el abismo al que nos lanzamos si queremos seguir su juego psico.


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