DAVID G. TORRES

Sergio Prego

en Lápiz, 153, Madrid, mayo 1999

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Galería Antonio de Barnola (Barcelona)

Tetsuo bound to fall es el título de la primera exposición individual de Sergio Prego en Barcelona: dibujos hechos a lápiz, calcados de los cómics japoneses, colgados precariamente con chinchetas y celo; y una video-instalación. Cuatro monitores en las paredes de la galería formando una especie de espacio circular en el que el espectador se sitúa en medio. En cada uno de ellos aparece una imagen diferente: una nube generada por una explosión detenida en el espacio, rodeada por la cámara y vista desde todos sus ángulos; un chorro de pintura lanzado al aire, también detenido y rodeado; el artista volando sobre una serie de obstáculos, con la zona industrial de Bilbao al fondo; y una persona flotando en el aire en una calle. Estas imágenes están generadas con un dispositivo de cuarenta cámaras colocadas circularmente o en línea que se disparan en una secuencia. El montaje de todas las instantáneas provoca esa imagen congelada en el tiempo y el espacio en la que un objeto efímero, como un choro de pintura o una explosión, toma cuerpo.

Es evidente que en el trabajo de Sergio Prego destaca una cuestión técnica, de tecnología, es más, de solución tecnológica de la obra. La inclusión de moderna tecnología en el arte contemporáneo plantea una serie de problemas aún no resueltos, quizás porque muchas de las obras que utilizan nuevos medios de elaboración de la imagen se quedan en la pura fascinación por los resultados que pueden ofrecer. Sin embargo, parece que hemos olvidado demasiado pronto que la solución de problemas técnicos y el explotarlos hasta sus últimas consecuencias es algo inherente a la obra de arte. Sergio Prego simplemente intenta explotar las máximas posibilidades que le ofrece determinado medio. El resultado que obtiene desarma, porque se mueve en la delgada línea que separa la indudable fascinación que provoca la imagen de una explosión fijada en el espacio y la misma fascinación que produce el medio para obtenerla. En fin que su obra es aparentemente muy simple, pero sólo aparentemente.

Esos objetos efímeros detenidos por la imagen que toman cuerpo y presencia física suponen una ralentización y suspensión del tiempo y el espacio en la que se provoca una lectura extraña sobre la realidad. Una realidad reconocible, la que nos envuelve, la que habitamos pero que de repente muestra su reverso: pasa a ser una realidad otra. Sergio Prego ofrece una aprehensión distinta de lo real que debe mucho a la tradición surrealista, tanto al objet-troube descontextualizado y fuera de su entorno, como a lo onírico que profundiza en la realidad aparente de las cosas mostrando su reverso. Sólo que, frente a las formas que está tomando la vigencia actual de esa tradición surrealista, el trabajo de Sergio Prego no utiliza lo real como una manera de enfatizar aspectos simbólicos en su obra. Es ahí donde vuelve a mostrar una simplicidad que desarma porque no hay nada a desvelar, no hay metáforas, ni elementos a interpretar. Se trata más bien de colocar al espectador en una situación perceptiva, en la que esa realidad otra es experimentada físicamente, como un cambio de ritmo que afecta a la aprehensión de las coordenadas espacio-temporales. De ahí la acertada disposición de los monitores que crean un área circular, provocando una relación entre la imagen estática y volteada del vídeo y el espectador en el centro afectado por la misma suspensión.

Frente a los abusos que hemos padecido de tanto discurso sobre el cuerpo y compañía, Sergio Prego sitúa su obra en la dimensión de la experiencia. En su instalación he señalado como la realidad es ofrecida en una situación de ralentización que se experimenta físicamente. Es decir que corresponde con los nuevos aspectos que ofrece lo real en nuestra época dominada por lo virtual, por lo no experimentado directamente sino a través de los medios, del teclado y la pantalla de ordenador y de la televisión penetrando en mundos ajenos, vividos atemporalmente, en superposiciones elásticas. Una realidad que se ha vuelto suprareal. En este sentido, los dibujos hechos a partir de los “mangas” japoneses funcionan como una especie de referente, de diccionario ideético con el que trabajar sobre los nuevos mitos de realidad, sobre las nuevas formas imaginarias de experimentar tiempo y espacio.

Tetsuo bound to fall es una magnifica exposición en la que Sergio Prego muestra una obra que se abre desde presupuestos aparentemente simples, organiza un discurso complejo sin deudas a las corrientes de moda y que ofrece una aguda presentación de la definición de sujeto y realidad en la actualidad.


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